martes, 27 de junio de 2023

Sentires

 El sábado pasado me senté a tomar un café con una compañera del pregrado de Historia. Conversamos de muchas cosas, entre ellas de un amor intenso y de la posibilidad de que tras tener uno así, los otros nunca serían igual.

-- ¿Vos nunca has sentido algo así? -- Preguntó ella de repente -- Me imagino que sí.

Yo dudé. Por un instante no supe qué responder. Me tomó fuera de base porque estaba muy concentrado escuchando su caso. Tras unos segundos, dije que quizás nunca había sentido un amor tan fuerte y profundo. Me quedé pensando en ello. Unos minutos después, recuerdo que mencioné que sí me he sentido enamorado en algunas ocasiones y que ha sido muy bonito:

-- Hace muchos años, cuando estaba muy joven, me sentí muy enamorado de alguien -- recuerdo que en ese momento comencé a recordar aquella época --, pero cuando la relación se acabó, años después, el sentimiento no era igual, así que yo no sufrí al final. 

La conversación viró a otros temas. Hablamos de las clases, las materias del pregrado, los trabajos y lo caro que podía salir, para ella, ir a Santa Fé de Antioquia cada ocho días en carro. Al final nos despedimos y cada quien tomó su camino. 

Al día siguiente pensé mucho en aquello del enamoramiento y de las relaciones "bonitas". Pensé mucho en el sentir de mi compañera acerca de que, quizás, el amor profundo sólo se vive una vez y que los otros ya no lo son tanto. Recordé las veces en las que me he sentido ilusionado, entusiasmado, comprometido. "Qué lindo se siente eso. Qué lindo sentirlo de nuevo", pensé. Pero también pensé en que realmente son pocas las veces que he sentido de esa manera y que además, al parecer, cada vez me es más difícil sentir así. ¿Será imposible sentirlo de nuevo?, me pregunté. Me dio nostalgia. 

No sé si la compañera plantea el hecho de no volver a amar igual con cierta resignación... quizás desesperanza... Me dio esa sensación, pero no lo puedo asegurar. Yo no pienso como ella. A pesar de que considero que cada vez me es más difícil, a la vez creo firmemente en que cada amor es único y no se debe comparar uno con otro, simplemente vivirlo. No me interesa comparar lo que sentí por una novia en el 2005 a lo que sentí por otra en el 2010, por ejemplo (fechas reales, de hecho).

De lo que sí estoy seguro y tengo certeza que tienen en común esos sentires, es que se viven muy bonito. Tener una ilusión así, una motivación y una seguridad de que esa es la persona y no importa nada más, en realidad, para mí, es algo que no tiene precio. Quisiera vivirlo nuevamente, una vez más. No sé si tenga la ocasión, pero sé que eso me haría inmensamente feliz. 

miércoles, 3 de agosto de 2022

Algo bonito

 Hace mucho que no me tocaba montar en bus y menos en hora pico. A partir de ahora, todos los miércoles estaré viajando en el Circular Coonatra - Circular Conozca como le digo yo, cariñosamente - gracias a que mi "mejor" opción para poder matricular algo interesante este semestre en la Universidad, se cruza con el día que la Administración Local, por medio de rifa de lotería - literalmente -, definió que me correspondía el Pico y Placa. 

El caso, es que me encontraba afuera de la Universidad de Antioquia esperando el bus. Pasaban muchos, menos el que yo necesitaba. Sin decir mentiras, aseguro que una ruta a Copacabana pasó por lo menos unas tres veces antes que el mío. Fue allí que noté un par de estudiantes más, unos desconocidos a los cuales agradecí mentalmente por estar allí, porque al igual que yo, veían pasar buses uno tras otro sin que, aparentemente, llegase el que necesitaban. Intuí que probablemente esperaban el "Circulacho" y eso me dio un parte de tranquilidad y confianza. 

Efectivamente. Al cabo de unos minutos más, por fin apareció el dichoso bus y los tres lo abordamos. La muchacha se apresuró a sentarse en un asiento que había disponible en la primera fila del vehículo. Yo preferí irme más para atrás, pues aunque no tengo mucha ocasión de montar en bus, sé que hoy en día la salida es, en la mayoría, únicamente por la puerta de atrás. Cuando me ubiqué, advertí que el muchacho se había quedado de pie justo al lado de su compañera, así que ella se encargó de los dos bolsos. 

A medida que avanzaba el recorrido, aquella sensación de viajar en bus me recordó mi época de colegio. En ese entonces casi que utilizaba este servicio a diario. "Qué linda época", me dije.  Alrededor de las 6:20 p.m., comenzó a sonar en mi celular la canción "Para tu amor", de Juanes. Aquello me recordó un viaje en bus que realicé por esa época colegial desde el centro hasta la casa de mi novia de ese momento. Aquel día, estábamos cumpliendo nuestro primer mes de noviazgo y yo le mandé a hacer una carta en "El Rincón de Ilusiones" y le compré algo más que ahora no recuerdo con exactitud. Me imaginé en aquel bus - un Calasanz Boston - rumbo a su casa con aquel detalle en la mano y la ilusión desbordada. Por un instante, recordé lo lindo que se sentía dicho sentimiento que alguna vez tuve. Puedo decir que lo reviví por unos momentos. Reflexioné acerca de que pocas veces... muy pocas en realidad, he llegado a sentir aquello y dudé de si en algún momento volveré a sentirlo en el futuro. "Tal vez no", me dije. 

De repente, noté que en la parte de adelante, se liberaba un asiento en la otra hilera de sillas, pero a la misma altura de la primera fila que ocupaba aquella muchacha con la que me había subido al Circular Conozca. Rápidamente el otro muchacho la ocupó. Acto seguido, él recibió su maleta de vuelta y ella le lanzó una mirada digna de un "meme" de esos que dice "quédate con quien te mire así". Se sujetaron de la mano. 

Aquello me llegó al corazón. Fueron los recuerdos que me trajo aquel viaje en bus, la hora en la que ocurrió y lo que evocó en mí, la canción de Juanes, mis bonitas sensaciones y ese remate de cariño expresado por aquella, ahora sabido por mí, pareja de estudiantes. 

"Qué bien por esa pareja, qué bonito - me dije -. Quiero volver a sentir aquello que alguna vez sentí y que me hizo feliz. Quiero un sentimiento como el de aquella pareja de las sillas de delante. Quiero algo bonito"... Ojalá tenga, en algún momento, la ocasión y la oportunidad. Por lo pronto, espero con curiosidad lo que me traiga mi siguiente viaje el miércoles que viene. 


Nota: Me atreví a fotografiarlos sin levantar sospechas.  



viernes, 1 de julio de 2022

Hoy cumplirías 60 años

Este texto, que acabo de recuperar, lo escribí el 2 de noviembre de 2021:

Aquella era una tarde muy calurosa. El picante sol capitalino acompañaba nuestro lento transitar - producto del hostigante e interminable flujo vehicular -, por la Av. Boyacá.
Él hablaba de su trabajo, del tiempo que hacía falta para librar la casa de San José de Bavaria, del acierto que había significado la Finca de la Mesa y cómo gracias a esta, había conseguido casi que sin nada, la de Anapoima; hablaba de la construcción que haría pensando en más habitaciones para nosotros... Hablaba de metas por cumplir y de dinero, en definitiva.
- Viejo, yo considero que podrías ir asegurando algunas cosas. - dije con un notorio tono de angustia, algo de desconsuelo - Acá ya tienen varias cosas que parecen muy seguras, en cambio allá la cosa es más incierta.
Me miró con cara de culpa
- En últimas, todo lo que hay acá, está claro a quién beneficia directamente - proseguí con mi reclamo - ¿Pero y Medellín qué? ¿Con qué cuentan?
- Sí, yo sé - dijo con voz pausada - pero todo esto es de ustedes...
- ¡Ay viejo! - atiné a refutar convencido de justamente lo contrario - Yo a fin de cuentas ya estoy por mi cuenta y usted sabe que nunca me gustó contar con nada... ¿Pero ellas? ¡Piense en todo! No sólo acá. Asegure algo allá también.
- ¡Ahhhhq, Julián ya me está matando pues!... Yo todavía no me voy a morir y me quedan muchos años. Yo todavía estoy muy joven y entero - convirtió su alegato en un intento de consuelo -, yo entiendo lo que dice, pero tranquilo hijo, que todo se va a ir cuadrando. Usted confíe en mí.
Al año siguiente de esta charla, fallecerías en las circunstancias ya conocidas por los más cercanos. Hoy estarías cumpliendo 60 años. En efecto, estabas muy joven, como decías. Y seguirías estándolo hoy en día. Además, por nuestros antecedentes genéticos, seguramente estarías muy entero y conservado aún. Pero la vida, que es sagrada e invaluable, lo es entre muchas otras cosas, porque el tiempo no se devuelve nunca, y porque no sabemos cuándo se termina.
No creas que olvido el día de tu nacimiento. Hablo poco de ti y expreso muy poco, como suelo hacer de todo, pero eso no significa que no estés presente. Te recuerdo con inmenso cariño y con una profunda dualidad, cómo siempre digo.
Estás en mí.
2 de noviembre, día en que nació mi papá.

domingo, 31 de octubre de 2021

Sobre la inspiración y la hoja en blanco.

No sé si le pasa a todo el mundo (imagino yo que sí... ojalá), pero hay días en los cuales uno está como más reflexivo, inspirado. Este arranque efusivo de profundidad mental, si se puede llamar así, en mi caso personal se puede dar por diversos factores, pero en la gran mayoría de ocasiones, algún asunto puntual que ronde mi cabeza detona una serie de pensamientos diversos que terminan llevando a reflexiones más allá del hecho mismo que los originó. En otros momentos es leer cierto estilo literario que en definitiva me contagia. 

Pues bien, un aspecto que se despierta en mí cuando estoy en un momento así - no siempre, por supuesto -, es el de las ganas de escribir. Por lo general, me suelo interesar por registrar aquello que generó originalmente mi estado de reflexión, es decir, ese asunto que le dio el punto de partida a mi momento de inspiración. En otras ocasiones, me gusta hacerlo sobre las conclusiones que saco conmigo mismo de dicha reflexión, así estas no tengan nada que ver con el asunto detonador.

Así que muchas veces, me siento frente al computador tratando de plasmar aquello que ronda mi cabeza. Pero entonces, aparece mi némesis: la hoja en blanco... Y ahí suele morir la cosa. Es que el impulso de sentarse frente al computador con mi cabeza llena de ideas y cosas por escribir sucumbe en cuestión de minutos cuando me enfrento a una hoja de word en la cual no sé ni cómo ni por dónde empezar y tras varios intentos fallidos y líneas de texto borradas, adiós euforia. 

De hecho, debo decir que este espacio que nadie lee (y mejor), está lleno de borradores que nunca vieron la luz porque se quedaron en intentos fallidos de expresar alguna cosa. Evidentemente, en ocasiones puedo vencer a mi enemigo y alguna que otra cosa, una vez cada dos años, se logra crear y por eso está acá. 

Hoy por ejemplo es uno de esos días en los cuales me inspiré. Y justamente fue como lo mencioné: algún asunto que me ronda la cabeza fue desencadenando una reflexión cada vez más grande y diversa sobre varios temas, y eso a la vez llevó al instante en que quise escribirlo y bla, bla, bla... Encendí el computador, sabía más o menos sobre qué quería escribir y me venció la hoja en blanco. No supe cómo abordarla (la maldita hoja) y desarrollar lo que quería expresar.

Pero entonces, viéndome derrotado una vez más, igual sentí que al menos debía registrar de una vez por todas, los motivos por los cuales no logro escribir lo que quiero. Pero un momento, hoja en blanco, no te voy a dar ese mérito por sobrepasarme, pues realmente, como se dice coloquialmente: "el problema no eres tu, soy yo". 

No es la hoja en blanco en sí la que me frena, es mi incapacidad de organizar las ideas y darle un inicio al escrito y todo esto a la vez reflejado en una hoja en blanco sobre la cual no sé cómo comenzar a llenar y si a eso le sumamos que me rindo rápido, pues "yaper", continuando con esos dichos coloquiales de moda últimamente. 

Hoy quería escribir de las esencias, de lo que cambiamos y lo que no podemos cambiar, de cuando hacemos algo por otros o algo por nosotros mismos inspirados en otros (que es diferente), quería hablar de las renuncias por fines superiores y cómo estas se pueden considerar, o no, una traición a la esencia y cómo alguien puede, o no, inspirarnos a estas renuncias... 

Hoy no super cómo hacerlo. Me dejé vencer por mi némesis, pero no me quise quedar así. Al menos esto salió. Pero si escribí de mi efecto de hoja en blanco, es porque pienso encontrar la forma de superarlo, de ganarle a la próxima. Espero escribir prontamente sobre las esencias, las renuncias y las influencias. 


lunes, 23 de agosto de 2021

La grandeza


- Algún día seré grande - Dije con la mirada perdida, pero siempre en dirección al techo de su casa, mientras estaba acostado en el refrescante piso embaldosado de su habitación. 

- Ya eres grande... - Me dijo ella. Luego se hizo el silencio. 

En aquel momento no era grande, pero no lo era, no por las razones que yo creía, sino porque no podía ver lo que ella sí. Hoy, desde otro punto de vista, nunca olvidaré aquella escena.

sábado, 17 de abril de 2021

Luz tenue.

No puedo negar que me llama la atención una cara bonita, unas lindas y torneadas piernas, una figura esbelta y estilizada, acorde a los estándares sociales actualmente establecidos e introyectados por mí. 

Me declaro culpable por esto, no lo puedo evitar. Es más, siento que esto nunca va a cambiar, hace parte de mí. Pero por fortuna, cada vez, también, me voy convenciendo, sin ningún esfuerzo para ellos, que esto no es, ni de lejos, lo más importante.

De nada sirve un aspecto llamativo si por dentro estás vacío. Una linda apariencia impresiona de entrada, pero una linda esencia cautiva, ilusiona... Una bonita "carcasa" no es más que eso si por dentro no tiene algo que la sustente.

Me gustan las caras bonitas y los cuerpos torneados, pero me llenan los pensamientos profundos, los criterios claros, las esencias amables y sencillas. Y si debo elegir entre una cosa u otra, la elección es clara, porque no es lo mismo estar que permanecer. 

No estoy descubriendo absolutamente nada que el mismo deber ser social no promulgue ya, pero sólo yo sé lo grande que es para mí mismo hacer estas declaraciones. Aunque no lo entiendan, representa que una luz se enciende, de forma tenue, de a poco... Y ya era hora. 

martes, 29 de septiembre de 2020

Los desperdicios

Eran pasadas las seis de la tarde. Para mi grata sorpresa, el parque estaba más vacío de lo que esperaba. En mi mente llevaba la idea de compartir las barras con 3 o 4 musculosos que de seguro me iban a dar sopa y seco haciendo dominadas; sin embargo, allí estaba el pasamanos sólo, "toditico" para mí.

En aquel espacio, dos cosas llamaron mi atención: en primer lugar, estaban las ratas que desde esa hora ya se dejaban ver correteando por la pequeña zona verde que conecta al parque con la acera que da a la avenida 80. Dada mi fobia manifiesta por este roedor, era inevitable para mí el no estar alerta. Cual gacela en la selva en guardia ante el inminente acercamiento de un fiero felino, ahí estaba yo, listo para correr en caso de que uno de esos animales se acercara demasiado.

La otra cosa que llamó mi atención fue la pareja que se encontraba sentada en las sillas de madera, de esas que hay en los parques públicos, que se encuentran justo diagonal a donde yo trataba de hacer mis ejercicios. Él, moreno y delgado, lucía una gorra de esas extremadamente coloridas, una chaqueta que ahora imagino café y unos pantalones algo anchos. Ella, piel blanca, cabello negro y ojos claros, muy bonita, traía puesto uno de esos uniformes que usan los empleados de salud y las esteticistas por igual (a saber qué era ella).

El hombre algo le decía, ella miraba con desconfianza, como con cierto reproche en su cara. En ese momento comencé a trotar. La idea era darle vueltas al parque. Cuando volví a pasar por dónde estaba la pareja, él trataba de darle un beso, ella bloqueó los labios y alzó la cabeza, como  tratando de mirar al cielo... Seguí trotando.

A mí segundo paso por las sillas, ella le decía algo, el hombre tenía cara de niño regañado, de esos que están recibiendo la cantaleta y no tienen más que aguardar en silencio.

Un par de vueltas más, él la miraba fijamente a los ojos, como retándola. Recuerdo que en ese momento pensé que si yo tuviera una cara tan fea como la de él, no miraría con tanta seguridad a un rostro tan lindo como el de aquella pelinegra de ojos claros. Pero al tipo le funcionó. Justo antes de yo pasar por su lado, ella lo besó como si en ello se le fuera la vida. "Perdió...", pensé. Aunque paradójicamente, creo que los tres sabíamos de antemano que aquello acabaría pasando.

Fin del trote y hora de la parte central del entrenamiento tras un total de 6 o 7 vueltas. Mientras hacia mis actividades, no podía evitar mirarla a ella... En general el cuadro de la pareja llamaba mi atención, sin olvidar a las ratas claro está, pero sobretodo ella, tan bonita, tan puestesita como si fuera una indefensa muñequita de porcelana con su cabello negro, lacio y bien arreglado y sus ojitos claros, con su aspecto pulcro y correcto a pesar de la hora y de tal vez haber pasado todo el día trabajando en su centro de estética o de salud. Pero lo más lindo, era la forma en que miraba a aquel sujeto de gorra extravagante y pantalones anchos que por ratos la seguía mirando fijamente de forma retadora, en verdad parecía que lo quería... Debo confesar que en algún momento llegué a querer estar en el lugar de aquel hombre. De verdad quise que la mirada de aquella mujer no fuera para él, sino para mí. Me dije: "¿Por qué no a mí? ¿Y por qué no yo?".

Al cabo de unos minutos la pareja se levantó de la silla, de pie se dieron un último beso apasionado y cada cual tomó caminos distintos hacia extremos diferentes del parque.

Mientras ellos se alejaban y yo continuaba con mi rutina, no pude evitar decirle a mi entrenador: "A veces, hay muchos desperdicios en esta vida... En verdad, qué desperdicio". A continuación, la impotencia.

Sentires